Posiblemente, como quien escribe, tienes euros. En la cartera, en la caja fuerte, en el banco o en el bolsillo de atrás de los vaqueros. Tal vez tengas mil, tal vez cien mil, tal vez cien millones. Es broma, nada de cien millones. Quienquera que tuviese cien millones de euros los ha vendido hace años.

Sobre el valor de las divisas

Por qué el dinero tiene el valor que tiene es una cuestión escabrosa. Para explicarlo, se suele hacer un recorrido histórico de sus orígenes, pero como lector agradecerás un motivo más escueto: el valor de una divisa reside en la creencia de que su valor no cambia. Esta razón puede parecer infundada o un argumento circular, pero no lo es.

Viéndolo desde un ángulo copernicano, podemos considerar al euro como un producto más, como lo es un paquete de arroz o un teléfono móvil. Entonces diríamos que las personas sólo compran euros (es decir, venden un producto en euros) para poder venderlos luego a un precio "similar" (esto es, comprar otro producto con esos euros). Como es lógico, a nivel individual los dos productos no son el mismo, con lo que no se puede hablar de "precio similar", pero la sociedad en su conjunto sí que compra y vende los mismos productos, manteniendo una cantidad de euros constante en su haber.

Los euros son creados por el gobierno (no es necesario molestar al lector apresurado con supuestas diferencias entre banco central europeo y gobiernos estatales) y dicho gobierno se suele presentar como garante del valor de la moneda, al servicio de sus súbditos. De hecho, son los súbditos quienes respaldan el dinero, que está al servicio de quien tiene la potestad de crearlo.

En los últimos años, por desgracia, este poder se ha visto abusado y manoseado por políticos de la peor calaña, por métodos enrevesados que no tengo espacio de explicar aquí y cuyo funcionamiento es de lo más opaco. Sin embargo, basta conocer el recorrido de la actual presidenta del BCE, Christine Lagarde, para advertir la peligrosa incompetencia que plaga esta institución.

En suma, el valor del euro ya se ha reducido mucho y lo hará mucho más en los años venideros, con lo que sólo puedo recomendar que, si tienes euros que no necesitas inmediatamente, no tardes en venderlos. ¡Vende tus euros!

Acciones

La alternativa más común a una cuenta de banco es comprar acciones. Una acción es una participación en una empresa, y su propietario es también co-propietario de la empresa y por ende percibe parte de sus beneficios. Es también la alternativa con más variedad, ya que existen empresas de todo tipo y en diversos países. Si uno no desea variedad sino simplicidad es suficiente con un tracker del S&P 500 o el Dow Jones.

La ventaja de dichas acciones sobre otros productos reside en que el dinero se utiliza de alguna forma, y, salvo que la empresa en cuestión sea incompetente u otras empresas dejen su negocio obsoleto, obtienen beneficios de forma consistente. Basta asegurarse de no depositar todo en una sola empresa, y advertir que esta no esté ubicada en la Argentina.

Oro

Lo más parecido a una divisa es el oro, que ha sido la reserva de valor por excelencia hasta donde llega la memoria de la humanidad. Es además una materia prima que no ha dejado de apreciarse respecto a todas las divisas del mundo. Si bien muchos acólitos del sistema monetario actual lo tachan de anticuado (1971), los mismos bancos centrales, emisores de divisas, siguen manteniendo cuantiosas cantidades de este metal en sus depósitos.

Bonos y letras del tesoro

Pase lo que pase, no debes comprar este tipo de productos, bajo ningún concepto.

Otras divisas

Es de rigor mencionar que , históricamente, otras divisas se han apartado de la senda que ahora lleva nuestro euro, pero en estos momentos, en opinión del redactor, no queda ninguna. El franco suizo, que había sido una moneda segura desde su creación, abandonó el patrón oro en el 2000, y terminó de claudicar en 2011 al fijar en cierto modo su tipo de cambio al euro.

Criptomonedas

Sí, técnicamente esta opción también existe. No sé quién podría confiar en ella, pero también existe. Siguiente.

Inmuebles

A pesar de que la compra y venta de viviendas se asocia a la burbuja del 2008 y a la especulación, tradicionalmente los pisos, casas o fincas han sido la expresión más importante del patrimonio. El principal problema de este activo es el precio relativamente alto al que se pueden encontrar, que deja fuera del mercado a la población más pobre. La tentación de eludir este problema pidiendo una hipoteca puede ser contraproducente, tanto si baja el precio del inmueble comprado como si suben los tipos de interés. A instancias de esto último conviene siempre hipotecarse a tipo fijo.

Hijos

Invertir el dinero en una criatura es de nuevo mucho más sensato que tenerlo en euros. Esta opción es especialmente recomendable para quienes aún confían en la promesa de una pensión pública.

Cualquier otra cosa

Comprar arroz o latas de comida, ropa, libros, un coche, una moto, o cualquier otra cosa es altamente preferible a ensuciar nuestros bolsillos con euros. Si aún tienes más de los que vas a gastar, solo podemos aconsejarte que los vendas de inmediato. Gracias por la atención.